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ALMA




Desde pequeña, Alma fue una niña muy soñadora. No importaba cuán utópico sonaba, ella fantaseaba con la idea de cambiar el mundo y estaba convencida de que podía hacer mucho para lograrlo. Por eso, tenía muy claro qué caminos tomar para hacerlo.

Fue forjando su personalidad a base de muchas inseguridades y discriminación. La infancia de un niño con problemas de sobrepeso y con padres pocos interesados en la contención emocional, suele ser un poco cruel. Aunque ella se esforzaba en esconderse detrás de una sonrisa, las burlas se clavaban como un puñal.

“Terminó la secundaria con un promedio de diez” (como dice la canción). Desde hacía varios años atrás, había decidido estudiar una carrera acorde a su proyección de trabajar para una sociedad más justa, en la que todos tuvieran oportunidades. Ingresó a la facultad sin dificultad. Día a día se iba convenciendo de que estaba recorriendo el camino indicado. Pero hay situaciones que no suelen estar previstas, y esta historia no fue ajena a eso.

La vida de Alma dio un giro inesperado, sorpresivo. Siendo adolescente aún, se quedó embarazada. De pronto, todo lo que había proyectado debió ser postergado. Se sentía perdida… Ser mamá la entusiasmaba, pero al mismo tiempo el efecto de la noticia era tan duro para sus padres, que sus días se volvieron caóticos.

Todo empeoró cuando el padre de su hija comenzó a golpearla. Ese día Alma sintió que algo dentro de ella moría y supo, en ese instante, que algún día se iría de ese lugar.

El tiempo siguió transcurriendo… El nacimiento de su hijita le devolvió parte de su felicidad y de sus ganas de soñar. Era una mamá muy joven pero madura. A pesar de eso, los golpes eran cada vez más frecuentes y con ellos las burlas, los sometimientos. Vivía con miedo, pero sentía que había defraudado a su familia y por eso no tenía derecho a pedir ayuda. No quedaba nada de lo que Alma solía ser…

Cierta noche, iba caminando por una oscura calle quién sabe a dónde. Era muy tarde y hacía mucho frío, no andaba nadie. De pronto, empezó a sentir que alguien la seguía. Sin mirar hacia atrás, aceleró el paso. Su respiración se agitaba más y más. Los pasos se sentían cada vez más cerca. Intentó girar para ver qué estaba sucediendo, pero alguien la abordó violentamente, cayendo al piso. Abrió sus ojos y tenía encima de ella una niña. Era una pequeña regordeta, con sus mejillas llenas de pecas y ojos muy brillantes. Por alguna razón, encontraba familiar su cara, aunque no lograba reconocer de quién se trataba. La niña la tomó fuertemente de sus manos, Alma quedó inmovilizada. Sacó un puñal y le abrió abruptamente el pecho. Tomó con su mano el corazón, lo puso a la vista de la anonada mujer y, mirándola fijamente a los ojos, le dijo: “¿Ves? Tu corazón sigue siendo el mismo al que era cuando eras una niña, no permitas que nadie te convenza de lo contrario”.

Sintió que algo frío rozaba sus manos, era su hija que le pedía dormir con ella… En ese instante se dio cuenta de que había sido un sueño… Pero no cualquier sueño… Era su “yo niña” quien venía a despertarla de la horrible pesadilla en la que estaba viviendo desde hacía años. La misma gordita que soñaba con un mundo mejor y que ahora estaba destruyendo ese miedo que la paralizaba y no la dejaba avanzar. No estaba dispuesta a seguir tolerando que nadie más le hiciera daño… A partir de ese día, todo cambió en la vida de Alma y de su hija…


Noelia Martinez


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